José Hurtado Mena realista urbano ha descubierto que la madrugada no es un mero accidente del día, sino un do al que, siguiendo el ejemplo de los auroros murcianos, justo y necesario es nombrado "salve de la despertá".La ciudad no es lineal y unívoca. La ciudad es circular y simultánea. Y admite en su pulsión vital tantos afanes como horas. El reloj solar se echa a andar como ave a punto de iniciar el vuelo y de ahí en adelante las piedras de la entredormida o ya entredespierta ciudad se perfilan como silva de varia lección.En las calles aún hay relente, humor que la noche -con las sombras- entrega al día para su gobierno. Los adoquines, las losas, el asfalto, el cemento, el yeso, las cristaleras y las cresterías de los edificios se perfilan como un escenario en el que la luz fuera dándose gradualmente -como doncella en el tálamo- para predisponer el ánimo del espectador hacia el climax de la pronta animación.
Antonio Martínez Cerezo

viernes, 25 de junio de 2010

ATMÓSFERAS EFÍMERAS(exposiciones pasadas)









Semanario
de La Verdad
10 de febrero de 2008
CRITICA DE ARTE

HURTADO MENA, EN CHYS
Hurtado Mena, un pintor ya veterano, siempre ha mostrado en sus obras una preferencia constante por la temática urbana de Murcia. Contemplar sus cuadros supone para quienes se pasean a diario por calles y rincones, un acercamiento a la vida ordinaria, un calor ciudadano, pero también es capaz de romper estos moldes de acercamiento y enfrentarse a otro urbanismo tan lejano y distinto como el que ofrece la atractiva ciudad de Roma. Ahora presenta en Galería Chys Atmósferas efímeras, su última visión del ambiente urbano, en el que reaparece su deseo de plasmar la ciudad silenciosa o las entrañas de la huerta aún viva. Hurtado Mena dispone, a la hora de captar el paisaje, de unas posibilidades no utilizadas del todo, acaso, porque ha encontrado en su realismo una sensación de efectividad. Pero hay cuadros en los que parece brotar una leve liberación de ese lógico aferramiento; cuadros envueltos en una bruma sutil. Y además de las formas, hay que fijarse en el colorido, que utiliza y reutiliza, para que cada edificio o cada horizonte logren el mayor grado de compenetración con el momento estampado. Es la consecuencia de un trabajo que supone un tiempo de reflexión, para desarrollar la obra de la forma más más cautivadora. Esas atmósferas efímeras no tienen nada de pasajeras; más bien son retratos permanentes, visiones de toda una vida que el autor transmite a los espectadores.

jueves, 24 de junio de 2010

"SOBREVIVIENDO"

dibujo 50x70 Tauromaquia 2010 Hurtado Mena

Casi un año hace de essentia el trabajo, que Pedro Soler describe, con una certera y notable objetividad.


Es hora de que le dedique en este espacio, mi tiempo, para agradecerle la observación que en su momento realizo en diario La Verdad, releer este análisis descriptivo, de la mi obra, mas intima y personal hace, cuando como este, que lo es, certero, y después de un cierto tiempo, cuando las fuerzas en el trabajo decaen, cuando trabajando en la soledad del estudio me creo desaparecer, perdiendo la perspectiva de lo humano, y no me siento capaz de encontrar lo que pierdo en el camino de la vida. Es cuando estos textos que describen mis intenciones personales, y hablan de esa inquietud, que esta escrita en mi obra, y la saben leer, personas como Pedro Soler, entonces me fortalecen, agudizando mis sentidos para seguir insistiendo en mi sobrevivir.








14.11.09 - PEDRO SOLER articulo en Ababol, crónica de actualidad LA VERDAD.

http://ababol.laverdad.es/cronica-actualidad/1398-esenciarealidad-y-musica


La realidad en la obra de Hurtado Mena es el reflejo de instantáneas y paisajes de corte muy intimista
A veces, la simplicidad y la carencia de filosofías enaltece más una obra artística que cuando se la colma de desparramadas teorías, que no hacen más que complicar la comprensión de lo que tenemos ante nuestros ojos. En la serie de cuadros que Hurtado Mena presenta en galería Chys, unidos bajo el titulo genérico de Esencia. La búsqueda de la realidad, es evidente que se trata de una obra humilde en sus trazos -el propio pintor así la define, pues está realizada sólo a base de dibujos-, pero que encierra una respetable dosis de belleza natural. Que el pintor haya o no llegado a la propia esencia de los motivos que sus cuadros encierran no es preocupante, como sí podría serlo el hecho de que no hubiese llegado a captar esa realidad que dice buscar. La realidad está prendida, con mensajes faltos de complicaciones, y de manera sencilla y natural. Esa realidad buscada no es más que el reflejo de una serie de instantáneas y paisajes de corte muy intimista, algunos adornados con la desidia de unos frutos maltratados por el paso del tiempo, o de plantas sobre las que dedica más interés en reflejar la alegría del color.
El dibujo, en estas obras, que parecen hechas con limpieza y sin artificios embaucadores, adquieren ecos de una paciente entrega, para que cada uno de los cuadros sea una obra distinta, pero que conserva una temática común, y que arrastra también un cierto interés por reproducir unas situaciones líricamente dolorosas, como suele ser el quejido ante el destrozo que la naturaleza sufre. Pero, sobre todo, lo que ha querido, a la vez que reproducir esas situaciones, ha sido dejar ver cómo se puede transformar y mejorar lo que parece abocado a la destrucción. El propio pintor habla de la deshumanización que sufre nuestro entorno y de la necesidad de elevados presupuestos que se precisa para que una obra de arte adquiera respetables méritos. Estas cuestiones parecen un reto que el propio Hurtado Mena no debiera plantearse, acaso por la posibilidad de que se viera afectado negativamente y su pretensión no alcanzase esa altura que él defiende. Afortunadamente, sin grandes ansias de complicaciones -porque tampoco son necesarias- sí consigue que sus pretensiones sean evidentes y la realidad siga estando en su lugar -como defiende-, a través de sus obras, después de haber extraído de ella todo el conocimiento necesario para convertirla en esencia. Lo cierto es que, ante las pinturas que ahora expone, lo mejor es dejar que cada cual contemple lo que inmediatamente va a definir como una «realidad real», directamente recogida por el pintor.
También parece posible que, en ese afán claro de perfeccionismo, que sus obras muestran, haya querido indicar hasta detalles muy precisos, tantos que en determinados trazos podría hablarse de un realismo vital. Junto a esto, habría que indicar la existencia de un trabajo personalmente auténtico, pero también adornado de la tibieza, que refleja la carencia casi absoluta del color. Para él la esencia es superar lo que los ojos ven; por esto su realidad está desprovista de adornos.