José Hurtado Mena realista urbano ha descubierto que la madrugada no es un mero accidente del día, sino un do al que, siguiendo el ejemplo de los auroros murcianos, justo y necesario es nombrado "salve de la despertá".La ciudad no es lineal y unívoca. La ciudad es circular y simultánea. Y admite en su pulsión vital tantos afanes como horas. El reloj solar se echa a andar como ave a punto de iniciar el vuelo y de ahí en adelante las piedras de la entredormida o ya entredespierta ciudad se perfilan como silva de varia lección.En las calles aún hay relente, humor que la noche -con las sombras- entrega al día para su gobierno. Los adoquines, las losas, el asfalto, el cemento, el yeso, las cristaleras y las cresterías de los edificios se perfilan como un escenario en el que la luz fuera dándose gradualmente -como doncella en el tálamo- para predisponer el ánimo del espectador hacia el climax de la pronta animación.
Antonio Martínez Cerezo

martes, 29 de diciembre de 2009

UN LUGAR PARA EL ARTE



CRISIS Y ARTE, ni siquiera creo que existan, ...pero de algún modo esas palabras, materializan un intento de comunicar algo que en estos tiempos se entiende de forma distinta, según la realidad socio-cultural de la persona interesada.
Están en una permanente transformación, donde idea e imagen emergen ante la vastedad de la permanente in-quietud COMERCIAL.
Y el arte que se habita desde el pensamiento no se habita desde el mismo lugar en el que se habita un supermercado, un banco, un tren, o una gasolinera, donde el intento de compartir una posible parcela de pensamiento está abocado y diseñado para el fracaso.
Donde el arte se engulle en si mismo y se construye voluntariamente en apariencia inútil, en souvenir, en elemento expositivo que nos devuelve la mirada envuelto en el papel pintado de la pared o en el cartel impreso de la oferta y la demanda.
Se tiene que producir la transfiguración, se tiene que dar con la clave, el transeúnte-espectador tiene que habitar la obra de arte desde el mismo espacio de su creación (el pensamiento) y encontrar el camino de tránsito, que desde el propio espacio expositivo nos devuelva la mirada del contenido y el continente, para hacer del arte contemplado un no lugar que se completa con nuestra parte de reinterpretación para perpetuar lo descrito en la superficie.

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