José Hurtado Mena realista urbano ha descubierto que la madrugada no es un mero accidente del día, sino un do al que, siguiendo el ejemplo de los auroros murcianos, justo y necesario es nombrado "salve de la despertá".La ciudad no es lineal y unívoca. La ciudad es circular y simultánea. Y admite en su pulsión vital tantos afanes como horas. El reloj solar se echa a andar como ave a punto de iniciar el vuelo y de ahí en adelante las piedras de la entredormida o ya entredespierta ciudad se perfilan como silva de varia lección.En las calles aún hay relente, humor que la noche -con las sombras- entrega al día para su gobierno. Los adoquines, las losas, el asfalto, el cemento, el yeso, las cristaleras y las cresterías de los edificios se perfilan como un escenario en el que la luz fuera dándose gradualmente -como doncella en el tálamo- para predisponer el ánimo del espectador hacia el climax de la pronta animación.
Antonio Martínez Cerezo

miércoles, 26 de octubre de 2011


Pintura

Emociones conectadas

El pintor murciano José Hurtado Mena presenta en la galería Chys su nueva exposición, ´Nexo´, en la que "cada obra es un pequeño mundo"





José Hurtado Mena, junto a sus obras.
José Hurtado Mena, junto a sus obras.  GLORIA NICOLÁS
JOSÉ HERNÁNDEZ Dos años han pasado desde la última exposición individual de José Hurtado Mena, Essentia, en la que desnudaba su pincel de complejidad estética y buscaba la representación más profunda y esencial de los objetos. De esa necesidad de captar la realidad existente y sacarla a la luz deriva su nueva colección, titulada Nexo, que desde el 3 de octubre y hasta final de mes puede visitarse en la galería Chys de Murcia.

«No es una exposición al uso. Lo más habitual es que los cuadros mostrados profundicen sobre un tema en común, pero en este caso he querido que las obras sean como pequeños mundos distintos unos de otros», explica el autor.

Un vistazo a los cuadros expuestos desvela la heterogeneidad que los caracteriza: están realizados con técnicas distintas, en formatos diversos y con motivos que no sugieren una pauta, un nexo, lo cual convierte el título de la exposición en una paradoja. Óleos que retratan la ciudad de Murcia o el Santuario de la Fuensanta, dibujos que retratan rostros en blanco y negro, estallidos de color en el interior de una plaza de toros, visiones bucólicas o esquemáticas de la playa o el campo...

«He actuado con total libertad, sin preocuparme por mantener un estilo estético a lo largo de todos los cuadros. Cada motivo me ha sugerido una cosa distinta y unas herramientas adecuadas para transmitirla», desvela Hurtado Mena. «Lo importante para mí era interpretar esa primera emoción que sentía al mirar algo, que hacía que surgiera la necesidad de pintarlo y entenderlo».

En este sentido, el Nexo al que se refiere el título de la muestra «no se refiere al tema de los cuadros, sino a la relación que se establece entre el pintor y la obra, y a su vez entre esta y el que la ve. El cuadro actúa de esta forma recogiendo las emociones y reflejándolas sobre el espectador».

Las obras que componen la exposición se convierten de esta forma en pequeñas cápsulas del tiempo, en sentimientos embotellados sobre un lienzo o un papel «para que no se pierda esa emoción del primer momento», y se tornan, como el autor indica en el catálogo, en «un reflejo del deseo, la memoria y la realidad».

Hurtado Mena destaca, por ejemplo, la estampa que realizó del Santuario de la Fuensanta, «captada al atardecer, con una atmósfera irreal cayendo sobre la ciudad y el último rayo de sol incidiendo sobre el blanco incandescente del santuario».

En su entusiasmo, confiesa que «si volviera al estudio seguiría pintando varios de estos cuadros, porque hay algunos que siguen vivos». Y es que a la hora de decidir si una obra está finalizada, para el pintor murciano «hay que establecer un diálogo con ella mientras la trabajas, encontrar la fórmula para entenderla y mantener viva la emoción mientras pintas. Una vez que este diálogo se acaba y se descifra el objeto, hay que pasar a buscar otras emociones para plasmarlas en otros cuadros». Y en este diálogo entre arte y artista, «uno va cambiando el paisaje que retrata, pero al mismo tiempo la obra también te cambia».

De esta forma, su colección se transforma en «una especie de libro o de película, en la que se enlazan distintos capítulos que cuentan cosas muy distintas, pero que en el fondo se enlazan entre sí engrosando la visión del mundo, como ocurre con la propia vida».

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